"Si no podemos vivir juntos, moriremos solos"
Jack Shephard (Lost)

jueves, 4 de marzo de 2010

DESENCHÚFALO


Todos los días me cuesta una barbaridad levantarme. Pensaba que era fruto del frío, pero resulta que a medida que va haciendo mejor tiempo las ganas de quedarme en el lecho no se me pasan. Me visto rápido, desayuno, hago la cama y me voy a trabajar –la ducha la reservo para la noche. A esta rutina (vestirme, desayunar y hacer la cama), podría añadir la de sentir lástima al ver a un niño de poco más de cinco años en la calle jugando con una videoconsola portátil, todos los días, sin levantar la vista de la pantalla.

Y sí, siento lástima y pena, porque con cinco años está sólo. Sólo en un mundo que nadie más comprende, un mundo virtual ajeno a su padre que permanece a su lado físicamente, pero con el que no media ni media palabra. El niño cada día tiene la mirada más fija en la pantalla de su videojuego, mientras el padre mira absorto al horizonte. Me dan ganas de agarrar al niño, quitarle la videoconsola, y contarle un cuento o preguntarle por las cosas que le preocupan.

Supongo que eso será más difícil, que el padre ‘bastante’ tendrá con su oficina, su director y sus preocupaciones. Que el niño ya tiene bastante con aquella videoconsola que le regaló en reyes y que tantas satisfacciones le ha producido desde entonces. Supongo que los que me leéis y sois padres, pensaréis “ya verás tú cuando tengas que criar a un hijo después o antes de una jornada de duro trabajo”.

Sin embargo, tengo mis principios y hay algunos a los que no renuncio por nada, ni siquiera porque esté muy cansado y me cueste levantarme de la cama y uno de ellos es criar a mis hijos como seres sociales, como pequeños hombres que se relacionan con la gente que los rodea. Deseo verles crecer –dentro de unos años-, jugar con ellos y preocuparme con ellos y por ellos. No es prohibir los videojuegos, es tener sentido común: un niño de cinco años no puede estar todos los días en la calle jugando con la videoconsola, sin guantes –con un frío que pela- y con el padre al lado sin tener el más mínimo contacto con su crío.

Hay estudios que dicen que un niño de ocho años ha visto más asesinatos que ancianos que vivieron la guerra. A los niños les deben criar los hombres; ni la tele, ni las videoconsolas. Si nos olvidamos de esto, si olvidamos la esencia del ser humano, entonces estamos perdidos.