FALTARON 285

Da gusto que nos juntemos 15 tíos de verde, cada uno de su padre y de su madre que tienen sus hijos, sus familias, sus preocupaciones y sin embargo, durante 50 minutos sólo pensemos en fútbol y en sudar la verde.

Da gusto hasta en los días en los que pierdes 10-1, porque juntar las manos y gritar ‘parásitos’ es una gran motivación para levantarse un domingo de noviembre a eso de las 10:30 cuando sólo has dormido cinco horas.

Después del desastre del domingo sólo puedo recordar el primer minuto cuando salimos a morderlos y les pusimos en apuros con Antonio, Riki y yo mismo presionando a su defensa, y con Hugo de central en la línea de mediocampo cortando todo lo que por ahí pasaba.

A partir de ese minuto, todo lo que pudo ir mal fue peor. Nos clavaron dos goles a la contra y a pesar de que estábamos jugando bien no hacíamos peligro. Así llegó el tercero.

Cuando Riki marcó en un córner el 3-1, parecía que el Betis se iba a achicar, pero no fue así. En un córner, defendido muy mal por el Parásitos, los blancos metían el 4-1, justo antes de acabar la primera parte.

Empezó el segundo tiempo. Los verdes iban a por el empate desbocados. Sin embargo, con dos balones largos, el Betis se ponía 6-1. De ahí al final del partido los parásitos bajaron los brazos y llegaron los últimos cuatro goles.

Por suerte, al final del partido, a pesar del 10-1, hubo una minipiña y se descorcharon dos botellas de sidra para celebrar el cumpleaños de Fran, que cumplía años esa misma mañana, y de Álex. También se festejo el espíritu del primer minuto del partido donde si se notó el vídeo de 300 que colgó Pakito.


*****Notas del partido*****

Enorme: La afición. Mi señora madre y la novia de Álex, que a la vez es hermana del míster, no fallaron y aguantaron el chaparrón futbolístico sin avergonzarse de sus seres queridos.

Canijo: Los quince sin excepción. Nos faltaron 285 para ser como los de 300.

El tamaño no importa: Su ‘9’, jugaba con la camiseta de Ronaldo, ocupaba como dos brasileños, pero el tío bailó a la zaga verde. Lo que demuestra que, en ocasiones, el tamaño no importa.