
No hablo de otro que de Raúl. Un futbolista que deberá permanecer como ejemplo moderno para todos los niños que quieran ser algo en la vida. He dicho bien, que “quieran ser algo en la vida”. No sólo futbolista, sino que para lograr cualquier éxito que no sea perecedero hay que luchar en cada momento. Además, Raúl hizo bien algo que debemos buscar todos “hacer lo que se pueda, con lo que se tenga, en cada momento”.
Por eso Raúl fue –y es– grande, porque supo hacer que el Madrid brillará cada temporada hubiera o no dinero, hubiera o no superestrellas. Daba igual que inversión hiciera el equipo blanco, porque siempre aparecía el ‘7’ para solucionar todas las papeletas. Raúl luchó hasta el último minuto, y daba igual que estuviera lesionado, porque aún así iba dejarse la piel por el Madrid.
Como colofón y como parodia de lo que es una carrera de esfuerzo, el jugador de Villaverde marcó el último gol en el estadio en el que debutó y además metió el ‘chicharro’ de la despedida estando lesionado. Hoy se ha ido del Madrid con la elegancia que le caracteriza, a pesar de que ha dicho adiós desde la sala de prensa cuando su sitio real era desde cualquiera de las áreas del Santiago Bernabeu.
A Raúl, nadie le ha regalado nada, ni en su llegada, pero ni siquiera en su último día porque no pudo despedirse del Bernabeu de blanco, golpeándose el escudo que lleva bordado en el pecho, lleve o no camiseta, con su puño derecho. A Raúl le han echado de su casa, se va porque “me sigo sintiendo futbolista” y aquí no le dejaban.
Quien le discute, quien no reconoce el mérito que tiene ser profeta en su tierra, seguramente haya olvidado los 323 goles que Raúl ha metido con la elástica blanca. Una camiseta que llevó con el orgullo que no pueden tener los nuevos mercenarios y que manchó de sudor, sangre y barro.
Raúl se merece bastante más que estas letras, pero por si vale de algo, éste es el homenaje de un deportivista que se levantó para aplaudir a un hombre bello. Porque Raúl posee la belleza que tienen los que luchan cada minuto, porque les gusta lo que hacen y porque son leales a la causa que defienden sin la necesidad de pedir un aumento de sueldo por cada logro que consiguen.