"Si no podemos vivir juntos, moriremos solos"
Jack Shephard (Lost)

martes, 13 de octubre de 2009

MIEDO A VOLAR


Claro que tengo miedo. Aunque no lo digo. Aunque cuando alguien me pregunta si ir en bici no es peligroso, sonrío y le digo que soy invulnerable.

Me da miedo la gente que abusa de nuestra estabilidad, por ejemplo esos conductores que pasan a menos de metro y medio de nuestros costados. ¡Qué digo metro y medio! Suelen pasar a menos de 50 centímetros y en algunos adelantamientos hasta tienes que encoger los hombros para que no te tiren.

Pero si hay algo que me da pavor, son las personas que cuando van en coche se acercan peligrosamente a ti, tanto que si paras porque el semáforo está en rojo, apuran hasta el último centímetro antes de detener el vehículo y te miran como diciendo "coño, que no se evapora, que tengo que frenar".

Generalmente el frenazo va acompañado de un gesto de desaprobación -piensan que la carretera es suya- y de incredulidad porque es difícil que ellos admitan que el ciclista va a tener la frialdad de esperar el momento en que pare el coche manteniendo la bici en pie y mirándoles fijamente a los ojos.

Antes de que el vehículo pare del todo, empiezas a notar como te sube la adrenalina. Esta sustancia es muy curiosa. Primero te hace abrir mucho los ojos y después la boca. Hay que ver lo maleducado que me vuelvo cuando alguien apura tanto para frenar.

Esto sólo pasa los días que hace buen tiempo. Cuando llueve me da miedo todo. Empezando por el suelo que parece que te dice "ven a mi" y continuando por los conductores kamicazes que te siguen adelantando igual de pegados o más.

Como es lógico la última vez que me fui al suelo con Ramona (mi bici) fue un día con lluvia, justo cuando pisé una de las líneas blancas que hay en el asfalto supe que iba a besar la carretera.

Lo mejor fue que uno de los muchos coches que había se paró y me preguntó si estaba bien. Lo peor, que más de un conductor tuvo la desvergüenza de pitarme porque, como estaba tirado en el suelo, no le dejaba pasar. Afortunadamente aquel día no me pasó nada.

Por lo demás, ir en bicicleta es lo más parecido a volar que tenemos los seres humanos. Por eso, pese a los conductores imprudentes, a la lluvia y a que es martes y 13, hoy no pienso renunciar a moverme en bicicleta. Rápido, sencillo y para toda la familia (hay bicis de muchos tamaños).

4 comentarios:

  1. Además de lo saludable que es el uso de la bici y sus ventajas ecológicas creo que se debería potenciar más este medio alternativo en trayectos cortos. Así habría menos locos al volante que se ansian de prisas. Miedo también para los peatones cuando muchos coches no paran en un ceda el paso, o adelantan al autobús sabiendo está el paso de cebra al lado. Supongo que los conductores también se quejaran cuando la gente pase en zonas que no debería...en fin, las prisas nunca fueron buenas

    ResponderEliminar
  2. Al final si que noté que era martes y 13. Aunque realmente lo que pasó no fue culpa del mal hado, sino de que Madrid está lleno de obras.
    Pinché a la altura de Cibeles...

    ResponderEliminar
  3. Yo a veces también monto en bici y he notado el peligro de ese monstruo llamado coche, cuya subcategoria peor llamo taxista...¬¬

    ResponderEliminar
  4. Jajajajaja la verdad es que las rayas blancas que hay en el asfalto son MUY, MUUUY PELIGROSAS, porque aunque yo no voy en bici, voy andando y efectivamente cuando está el suelo mojado, puedes "volar" hacia él de una manera impresionantemente dolorosa, jajajaja.
    Me alegra saber que no te pasó nada en tu caída, ;) y al que te pitó, haberle dedicado un majestuoso dedo corazón como respuesta ;)

    ResponderEliminar